Era el entierro de un querido pariente.
Me mandaron al cementerio a cerciorarme que hubiera un sacerdote para hacer el responso en el entierro.
Llego al cementerio y pregunto:
- Vengo por el entierro de NN.
- Sí, es a las 6.
- Quería saber si va a estar el capellán o algún sacerdote para el responso.
- ¡Por supuesto! ¡¿Cómo no va a estar el sacerdote?!
Ante tanta contundencia me retiré confiado.
A las 18 llega el cajón. Una obesa, vestida de amarillo y con cara de funcionaria pública en funciones, cuadernito en una mano y botellita de plástico (con agua bendita) en otra, comenzó con el responso. Y siguió hasta el último adiós con oraciones y bendiciones (tirando agua bendita sobre el cajón)....
Pobre el difunto, pobres nosotros.
De lo más patético que me ha tocado ver.
En fin, pero también hay cosas hermosas en Paraná (incluso en materia litúrgica).
Natalio
3 comentarios:
¡Uhhhh! triste cosa que no haya vociones ni para un responso. ¿Habrá para confesar y dar la unción de los enfermos al menos?
Saludos, querido amigo.
Donde dice "vociones" debiera decir VOCACIONES
La verdad es que es triste, y no sé si se trate de una cuestión de vocaciones o de "asignaciones de tiempo". Creo que a veces se dice "es preferible estar en esta guitarreada o en esta actividad con los jóvenes" que celebrando un responso.
No olvide amiga que en Argentina tenemos hasta cura flogger.
En todo caso, en la misma ciudad hay un seminario. Al menos que manden un seminarista....
REspetos vocacionales.
Natalio
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